La concepción barroca de la composición arquitectónica como proceso de fusión y entrelazamiento de las partes, de manera que cada una confluya casi imperceptiblemente en la contigua, las alas en el cuerpo del edificio, la planta principal en la de arriba y en la de abajo, fue rechazada de plano junto con la trama decorativa que hacia posible tal unificación orgánica. Por el contrario, la arquitectura neoclásica subrayaba los cortantes contrastes entre las diversas masas de un edificio o grupo de edificios. Los contornos no se interrumpen ni quiebran, las líneas son nítidas, los ángulos cortantes, los huecos se abren en los muros sin marcos que suavicen el impacto, y los volúmenes interiores se expresan claramente en el exterior. Como es lógico, para los huecos se prefieren las formas más simples, basadas en el cuadrado y el círculo, y a menudo son éstos los únicos elementos que se utilizan para articular la fachada.
Honour, H.: El neoclasicismo. Xarait, 1982, p.165.
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