sábado, 20 de marzo de 2010

La Magnificencia de Roma, capital del orbe

Si uno considera con cuidado la cantidad (de dinero) dedicada al uso público en baños, piscinas, canales, casas, jardines, villas del extrarradio y los espacios recorridos por el agua, los arcos que ha habido que construir a tal efecto, los montes que excavar y los valles profundos que igualar, se reconocerá que no ha habido nada más admirable en todo el orbe de las tierras.
Omito la obra del puerto de Ostia, los caminos abiertos a través de los montes, las obras de separación del mar Tirreno y el lago Lucrino, y la cantidad de puentes construidos, con los consiguientes gastos.
Plinio el Viejo: 36, 122-126.

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