Lancemos una mirada sobre una catedral gótica. Veremos, por decirlo así, un movimiento vertical petrificado, en el cual la ley de gravedad parece anulada. No hay muros; no hay masas que nos den la impresión de realidad firme y material. En vano buscamos una indicación (necesaria para nuestro sentimiento) que aluda a la relación entre carga y fuerza. Dijérase que aquí no hay carga. Sólo percibimos fuerzas, fuerzas libres, irreprimidas, fuerzas que se lanzan a lo alto con indecible aliento. Es bien claro, que aquí la piedra ha quedado despojada de su peso material, que aquí la piedra está como desmaterializada.
Worringer, W.: La esencia del estilo gótico. Buenos Aires, 1973
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