Lo que presta emoción a los progresos del Siglo XV es que los artistas persiguieron correspondencias objetivas con la Naturaleza, que desencadenaron tremendas energías, suscitaron un penetrante espíritu de libre indagación que, a su vez, alimentó atrevidas ideas y produjo brillantes estilos individuales. Antes de que hubiera transcurrido la mitad del siglo, una galaxia de talentos coronó el arte italiano: Massaccio y Veneciano, los escultores Donatello y Ghiberti, y los arquitectos Brunelleschi y Alberti desarrollaron tanto teórica como empíricamente bases científicas para los medios de representación. Además, estos recursos abstractos para interpretar y ordenar- perspectiva, proporción, anatomía y estudio de la luz, no fueron prerrogativa única de la escultura o la pintura. De establecieron criterios seculares para realizar y juzgar todo el arte.
Elsen, A.E.: Los propósitos del arte, Madrid, 1971.
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